Un mandato es una orden que un superior le da a sus subalternos. En un ejército, un oficial que desea hacer un trabajo, le da la orden al subalterno que le sigue en la cadena de mando. Este receptor pudiera ser un sargento. El sargento, para poder ejecutar la comisión, a su vez les da la orden a los soldados, quienes la ejecutan sin cuestionarla. Es una orden que proviene de un nivel superior.
El mandato viene a ser una comisión que no se cuestiona. Se ejecuta porque en cierta manera trasmite el sentir de la institución. Para estar bien, dentro de esa organización, se requiere que se cumpla sin reparos. Tal y como esta orden fue recibida.
Se llaman mandatos psicológicos a los mensajes que recibió un infante en sus primeros siete años. Son grabados antes del cambio de dientes. Estos mandatos condicionan gran parte de la personalidad futura del pequeño, así como su hacer. Este tipo de mensajes regulan o encuadran tanto la concepción que el pequeño tiene acerca de si mismo, como de lo que debe y puede hacer. También incluyen la forma en que debe conducirse ante el mundo que lo rodea.
En el cerebro de los pequeños sucede algo similar a lo que se observa en el ejército. Muchos de los estímulos emitidos por los otros adultos son grabados por el menor, tal y como fueron recibidos. No se cuestionan. Como si se tratara de órdenes irrefutables. Son mensajes que quedan grabados en lo más profundo. Más adelante, inclusive siendo adultos, las personas ejecutan este tipo de órdenes, tal y como fueron grabadas originalmente, sin cuestionarlas. Estos mandatos son mensajes recibidos en una edad en que el infante no está en la capacidad intelectual para analizarlos y menos aún para refutarlos.
Años más tarde, siendo ya un adulto mayor o inclusive un anciano, la persona que tenga determinada grabación, actúa tal y como le fue enseñado en su primera infancia. Sin cuestionar lo acertado o desacertado del mensaje mismo. Es una orden que ejecuta tal y como lo haría un soldado.
Como ejemplos de este tipo de mensajes están los siguientes: "No tires la basura al piso". "No comas en la cama". "Lávate las manos antes de comer". "En la mesa no se canta" "No hables con extraños en la calle". Y otros cientos o miles de mensajes de naturaleza similar.
Es conveniente remarcar que hay algunos tipos de mandatos que se relacionan directamente con la personalidad del menor. Este tipo de órdenes reflejan instrucciones de vida. Estas instrucciones repercutirán en el estado psicológico de quien las haya recibido.
Como ejemplo de este tipo de mensajes emitidos por terceros y sus mandatos correspondientes, están los siguientes: "No sirves para nada", mandato: no sirves. "En la cárcel vas a parar", mandato: termina en la cárcel. "Tú eres un ejemplo de campeón", mandato: sé campeón. "Vas a triunfar en la vida", mandato: sé triunfador. Y otros semejantes.
Los mandatos son mensajes que quedan grabados en un período en que las neuronas no han madurado lo suficiente. Son grabaciones que se instalan en el cerebro del pequeño. Por ser recibidas sin análisis, llegan a ser creencias incuestionables. Llegan a regular la vida de las personas en tanto no sean sustituidos por otros mensajes.
Los mandatos actúan como si los progenitores les hubieran dado una orden a sus pequeñitos. Esta orden es la manera como un adulto se conducirá años más tarde de la grabación original. Muchos mandatos dejan registrado el concepto que el infante tiene de sí mismo. Estos conceptos definen la manera de conducirse en las diferentes situaciones ante las que se vaya enfrentar en el futuro.
Una forma como se trasmiten estos mandatos, es mediante las palabras que emiten tanto los padres, como los otros adultos que rodean al pequeño. Por esa razón los padres, deberán tener mucho cuidado con las palabras que trasmiten. Sus pequeños más tarde van a reproducir las órdenes tal y como las recibieron.
Por otra parte, otro tipo de mandatos son mensajes que se transmiten con el ejemplo. Tal es el caso de hijos de alcohólicos que resultan tomando licor, tal y como lo hacían sus progenitores. Hijos de deportistas que terminan practicando deportes. Hijos de divorciados que acaban por divorciarse. Hijos de personas deshonestas que terminan siendo corruptos.
Los mandatos son recibidos emocional y no racionalmente. En algunos casos se emiten y reciben en momentos de estrés. Se reciben por comunicaciones tanto verbales como no verbales. Los mandatos finalmente afectan la identidad y el comportamiento social de los pequeños. Son mensajes que pueden ser constructivos o destructivos. En muchas ocasiones son emitidos en distintos estados de ánimo, por lo mismo, algunos tipos de mandatos pueden resultar siendo incongruentes entre sí.
Educar no es fácil. Se debe comenzar por que los padres se reeduquen a sí mismos, de manera que puedan trasmitir, por un lado, las palabras convenientes para la fijación de los conceptos de personalidad que desean para sus menores. Y, por el otro, que proyecten con su ejemplo, los mandatos constructivos que necesitan sus hijitos para que tengan un desarrollo sano y un deseo de triunfo para la vida.